Muy buenas gente chachi. La semana pasada fue muy intensa y aún ando recuperándome. Por ello os reconozco que estaba por anunciar en Twitter que me tomaba la semana de descanso y relax. Pero haciendo limpieza en esa red social de tweets guardados, me he topado con uno que prometí tratar en mi regreso por el blog. Así que hago un esfuerzo y os comparto esta reflexión.
Cuando empezamos 2022…
Hubo un hilo muy polémico sobre los envíos de libros. Abrió el melón una editorial y como algunos de vosotros sabéis, en 2015 autopubliqué un manual sobre agapornis. Al decantarme por este formato ha hecho que el tema de logística de libros la conozca muy bien. Con lo que decidí dar mi opinión en el siguiente hilo.
Y al final de este hilo, Sobre libros y más me animó a escribir sobre la responsabilidad que tenemos como consumidores de esa situación. Así que procedo a desarrollar la idea. Y me disculpo de antemano si el tema cómo lo trato no era exactamente lo que pedía la persona que ha inspirado esta entrada.
Nos hemos vendido a las grandes empresas
En ese hilo, terminaba comentando que aunque es cierto que Correos tiene sus fallos y últimamente da muchos quebraderos de cabeza, considero que tiene también esa situación porque los consumidores hemos contribuido a ello.
Hemos dejado de valorar el tener un servicio de calidad y respetuoso, por el mundo del consumismo que nos acompaña actualmente. Nos hemos vendido a la comodidad de grandes compañías como Amazon, antes que apoyar a los pequeños emprendedores.
Y es que aunque nos realicen publicidades donde nos vendan que estas empresas los apoyan, lo cierto es que no es así. Con mi libro estuve mirando de incluirlo ahí y las comisiones y problemas a la hora de encontrar los puntos de encuentros eran tan vario pintos, que el beneficio no era real.
Pero claro, la gente no lo quería comprar si no estaba en Amazon. Así que tuve que encontrar una fórmula intermedia, y es autorizar a la editorial con la que autopubliqué que pueda realizar pedidos bajo demanda. Y que sea por su canal donde está disponible mi obra en ese gigante tecnológico.
Por si os lo preguntáis, sigue sin salir a cuenta y cada vez que un lector me dice que tiene el libro por esa vía, solo me reporta saber que mi obra será leída por una persona más. Pero a nivel empresarial, los únicos que sacan beneficio es Amazon y la editorial.
Cerrar la puerta a los pequeños
Un hecho que en el sector de la cultura creo que hacemos más daño que bien. Las personas que entramos en la categoría de independientes nos castiga a tener que asumir estas actividades como hobby. Porque las grandes editoriales o empresas culturales ya no invierten ni apuestan por noveles. Con la fiebre de los influencers, sale más a cuenta crear un libro sobre una figura de ese bloque a de verdad, darle una oportunidad a un fantástico escritor que tiene mucho que ofrecer.
Y teniendo solo los canales de Amazon o similares, la visibilidad es nula. Así que o vas regalando libros con la esperanza que llegue a alguien que te puede ayudar a dar esa visibilidad para dar el salto, o tienes que enfocarte a publicar en plataformas literarias gratuitas. O de pago social en el mejor de los casos.
Si te llena mucho y es un hobby mira, lo puedes tomar que en vez de que la obra solo la disfrutes tú y la gente cercana, ponerla a disposición de quién quiera darte una oportunidad. Pero son muchas horas las que se dedican y en algunos casos como fue el mío, una formación que barata precisamente no fue.
Y lo siento pero en estos segundos casos, pretender que se ofrezca gratuitamente no es asumible. Porque realmente es un trabajo y por ello, debería de ver sus frutos a nivel económico.
Así que a la pregunta que da título al escrito de esta semana: sí, los consumidores tenemos mucha parte de culpa de que ciertas situaciones se estén viviendo. Y tenemos en nuestras manos poder hacer algo porque cuando cambiamos los hábitos, las empresas o se adaptan a nosotros, o dejan de funcionar.
Debe estar conectado para enviar un comentario.